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lunes, 28 de julio de 2008

EL SOCIALISMO MONETARISTA VENEZOLANO

El gobierno venezolano ha logrado algo imposible: hacer que el "socialismo" y el monetarismo marchen de la mano. ¿Cómo es posible que un gobierno "socialista" perciba a la inflación como un problema monetario, en vez de cómo un fenómeno conflictivo asociado a la distribución del ingreso? ¿Cómo se puede ser socialista y a la vez monetarista?
La inconsistencia surge cuando el gobierno venezolano, autodenominado socialista, pretende combatir la inflación frenando la expansión crediticia y el ritmo del gasto dentro de la economía nacional, pues limitar el crecimiento económico para restringir las aspiraciones salariales de los trabajadores y controlar con ello la inflación equivale, según el adagio popular, a "matar al perro para acabar con la rabia". Paradójicamente, el gobierno venezolano es "socialista" monetarista. Por ello, sugiero se acuñe la frase "Socialismo salvaje del siglo XXI", pues en Venezuela se privilegia al rentista, al especulador, y al importador, en vez de al trabajador y productor nacional.

En el caso venezolano, abunda la mano de obra, pero el aumento de los salarios decretado desde Miraflores usualmente supera el aumento de la productividad media del trabajador, razón por la cual los costos unitarios de producción tienden a crecer y con ello la tasa de inflación. Igualmente, el acceso oportuno a las divisas y al crédito bancario es limitado en Venezuela, motivo por el cual aparecen cuellos de botella y obstáculos a la producción. Pero sobre todo, en el país no existe un mínimo de certidumbre económica, política y jurídica indispensables para el fomento de la inversión. Es lógico entonces que, bajo tales condiciones, la inversión real se vea limitada y la preferencia por la liquidez en divisas tienda a aumentar. Ello, sumado al problema de los controles de precios, y a la distorsión del tipo de cambio, explica porque la capacidad productiva nacional es cada vez menos suficiente para atender la demanda de consumo. Queda claro, entonces, porque es necesario, más rentable, y menos riesgoso, recurrir a la importación. Quienes terminan pagando son los trabajadores.

Es cierto que en Venezuela, como en todo país dependiente de la importación, las expansiones monetarias de origen fiscal pueden conducir a un aumento del tipo de cambio y, por ende, a una mayor inflación. Pero ese no es el argumento que ofrece el gobierno para frenar la expansión crediticia, pues lo que se ha indicado desde Miraflores es la necesidad de ahorrar y limitar el crecimiento del consumo en general para controlar la inflación.

Sin embargo, la inflación es un resultado del conflicto distributivo, pues cualquier incremento del salario superior al aumento de la productividad media del trabajador conduce al aumento de los costos unitarios de producción y, por ende, al aumento de los precios y de la tasa de inflación. Se trata más bien, entonces, de un espiral salarios-precios-salarios, y en el caso venezolano también de nuestra dependencia de las importaciones. . El control de la inflación requiere que el gobierno arbitre y promueva el entendimiento entre los distintos sectores de la vida nacional, en vez de limitar el crecimiento económico como actualmente se procura. En fin, acabemos con la inflación mas no con el crecimiento.
AGB

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