
El nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad conocida como Covid-19, ha infectado a más de 2,8 millones de personas en todo el mundo, mientras que la cifra de decesos en todo el mundo supera los 204.000 y la de los recuperados, los 812.000.
De alguna manera, la pandemia ha sido excelente para el medio ambiente; con el cierre de las industrias pesadas y la disminución de la cantidad de automóviles en la carretera, estamos arrojando menos gases de efecto invernadero y la calidad del aire está mejorando enormemente.
El mundo respira mejor, pero despertará a una crisis de basura aún mayor.
Ahora con el coronavirus el plásticos es más popular que nunca, ya que las personas compran artículos desechables, como botellas de agua, además de otros productos envueltos de forma segura en plástico, como desinfectantes para manos y pañuelos y alimentos. Luego, por supuesto, la gente friega todo esto con toallitas desinfectantes, envasadas en recipientes de plástico de un solo uso.
Las ventas de papel higiénico en los EE. UU. En marzo aumentaron un 112 por ciento respecto al año anterior, y habrían sido mucho más altas si no fuera por la escasez, mientras que los desinfectantes en aerosol aumentaron un 343 por ciento.
Los restaurantes donde se solía comer en platos con utensilios de metal ahora la venden en una bolsa para llevar llena de platos envueltos individualmente.
Los consumidores almacenan víveres y agua embotellada, y la comunidad médica está volcando rápidamente el equipo de protección, sin duda ha habido un aumento en los desechos plásticos debido a la pandemia de coronavirus.
Lo que empeora las cosas es la avalancha de desechos que salen de los hospitales que funcionan a toda marcha en este momento. No se puede simplemente reciclar un protector facial de plástico que usó un médico al tratar a un paciente con coronavirus.
Cuando finalmente obtengamos una vacuna y la crisis comience a menguar, nuestros cielos volverán a llenarse de smog a medida que nos desplazamos e impulsamos las industrias pesadas, y la tentación será depender más que nunca de los plásticos de un solo uso por temor a compartir gérmenes persistentes.
La solución durante las últimas décadas ha sido alentar a las personas a reciclar y no exigir que la industria deje de producir tanto plástico de un solo uso. Debe haber un cambio significativo de paradigma en el comportamiento humano donde el plástico se considera un recurso y no un desperdicio.
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