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jueves, 29 de abril de 2010

Salud - El Calzado para Correr Altera el Apoyo Normal del Pie.

Correr descalzo es mejor para las rodillas, los tobillos y la cadera que hacerlo con tenis. Así lo sugiere un estudio hecho con deportistas de alto rendimiento, es decir, personas que corren al menos 24 kilómetros a la semana.

Según la investigación, el calzado deportivo actual está diseñado para amortiguar los pasos y mejorar el control de movimiento de las piernas de los atletas al trotar. Sin embargo, para lograr dar buen soporte al arco del pie, los fabricantes también han modificado a través los años la estructura de este zapato y han añadido ciertos centímetros de altura en el talón de los mismos. Esta especie de tacón altera el ángulo de apoyo normal del pie y produce un desafío antinatural para el cuerpo.

La anatomía humana es óptima y está habilitada precisamente para correr a sin zapatos. Tanto es así que, fue esa capacidad física para desplazarnos sobre nuestros pies desnudos la que significó un paso importante en la evolución de la especie, según el antropólogo de Harvard Daniel Lieberman

Es por esta razón que hoy el uso de zapatos para correr interfiere con la forma tradicional del ser humano para desplazarse. Si el uso de este calzado es frecuente, se cree que interfiere en el funcionamiento normal y puede, por lo tanto, causar lesiones.

Según la doctora Casey Kerrigan, líder del nuevo estudio, los deportistas que usan intensivamente tenis para correr experimentan entre un 36% y un 38% más de tensión sobre la rótula de la rodilla que corriendo descalzos. Esta es una cantidad superior incluso a la tensión detectada en las mujeres que usan zapatos de tacones altos, que es del 26%, señaló la revista de la Academia de Medicina y Rehabilitación Física de Estados Unidos.

Kerrigan advierte que el aumento de estrés en las articulaciones es un factor de riesgo a considerar en la aparición de la osteoartritis o artrosis, mal que lesiona el cartílago o tejido resbaladizo que permite que los huesos se deslicen suavemente el uno contra el otro.

Para llegar a las conclusiones, los médicos analizaron 68 atletas sin lesiones: 37 mujeres y 31 varones entre 31 y 36 años y con pesos entre 60 y 72 kilos. En cada caso, se colocaron 16 sensores en las articulaciones de rodillas, caderas y tobillos de los atletas y se acondicionó una banda sin fin, diseñada para medir la energía y presión de las diferentes articulaciones al hacer ejercicio.

Primero los médicos observaron a los deportistas correr con tenis y luego descalzos. El análisis utilizó tenis estándar para correr con forma semicurvada, amortiguación hidráulica en el talón y 13 milímetros de diferencia de altura entre la parte posterior y anterior del pie. Mediante un software especial se registraron en tres dimensiones, los movimientos hechos por los corredores con y sin zapatos.

Visto : Nacion.com

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