El conocido mundo virtual Second Life es más que un juego o un sitio de networking. Es un lugar donde se realizan transacciones financieras, con su propia moneda (dólares Linden, a razón de 270 por dólar americano). Es un lugar fascinante, donde se pueden hacer negocios sin demasiadas estructuras legales y regulatorias.
Pero junto con las oportunidades de negocio, vienen los riesgos, como lo pudieron constatar centenares de personas que confiaron sus Linden a una especie de banco, que eventualmente desapareció junto con su dinero. Las pérdidas están el orden de us$ 700.000, que ahora están en manos de un sujeto desconocido.
Linden Labs, la creadora de Second Life, niega su responsabilidad. Sin embargo, ha tomado medidas para identificar y suspender cuentas con grandes movimientos de salida de efectivo. También ha emitido advertencias a sus usuarios para que sólo utilicen los servicios de terceros que provean verificación de identidad. Pero el asunto arroja serias dudas sobre la funcionalidad de las economías virtuales, en la ausencia de un marco legal.
Para algunos expertos, lo que está ocurriendo en los mundos virtuales, es muy parecido a lo que ocurrió en los primeros días del comercio electrónico: incertidumbre y falta de confianza. Seguramente el mismo ciclo se repetirá: primero duda y miedo, luego darse cuenta que hay valor económico, y finalmente comunicación y valor comunitario.
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