IPL (o LPI, en español) es la sigla de Luz Pulsada Intensa, y es una técnica dermatológica que posee distintas aplicaciones. Se realiza con una máquina que emite luz de varias longitudes de onda, y a través de ciertos filtros, se permite que lleguen a la piel sólo ciertos colores que actúan contra estructuras específicas. Puede utilizarse en tratamientos de depilación definitiva y también de rejuvenecimiento de la piel, ya que estimulan la formación de colágeno. En este caso, trataremos su segunda aplicación.
En la piel, el envejecimiento no sólo se advierte por arrugas y flacidez: los poros están más abiertos, hay manchas de sol u otras lesiones de pigmentos, capilares rotos, angiomas, y falta de brillo. El tratamiento con IPL puede solucionar todo esto, combinando distintas luces. Las ondas de luz son absorbidas por las lesiones de la piel, y se convierten en calor, el cual destruye a la propia lesión y calienta el colágeno, estimulándolo a regenerarse. El especialista aplicará previamente un gel frío para evitar la sensación de quemazón y durante los encuentros, es importante que tanto él como el paciente utilicen gafas protectoras.
Para realizar el tratamiento completo, suelen necesitarse cinco sesiones de aproximadamente 20 minutos, y con un descanso entre ellas de tres o cuatro semanas. Se establecen objetivos por sesión, así que pueden verse resultados desde la primera, aunque los efectos son progresivos. Luego de cada una, la piel experimenta cierto enrojecimiento y sensación de calor, pero el tratamiento es indoloro, la recuperación rápida y se puede utilizar maquillaje desde el primer momento. En casa, deberemos aplicar alguna crema que nuestro especialista indique y protector solar. Esta técnica no es ablativa: es decir que no se extraen capas de piel en el proceso.
No está recomendado a personas de piel muy bronceada u oscura, ya que pueden haber efectos de alteraciones de la pigmentación. En cualquier caso, se aconseja consultar a un dermatólogo previamente. Las mujeres embarazadas no pueden realizarlo. Para el resto de las personas, no suelen aparecer efectos secundarios. Se han reportado casos de ampollas y sangrados, pero son casos muy raros. Sólo debemos esperar enrojecimiento y una ligera hinchazón, que con el correr de las horas desaparecerá.
No requiere anestesia, puede aplicarse en rostro, cuello y escote, y sus efectos positivos se extienden durante años, aunque no está de más alguna sesión de mantenimiento cada cuatro o cinco meses. Como siempre, recordamos la importancia de consultar a un especialista previamente y, en caso de someterse al tratamiento, realizarlo en un lugar preparado y con profesionales adecuados. Fuente : TRATAMIENTOSBELLEZA.COM
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