La prisa, los asuntos pendientes, el exceso de responsabilidad, los compromisos cotidianos, las expectativas y los conflictos personales nos impiden hacer el alto necesario para escucharnos, sentirnos y recordar quiénes somos en realidad. Sin ese momento de calma no podremos definir, hacer o disfrutar las cosas que nos gustan; tampoco podremos reconocer aquellos aspectos de nuestra personalidad que necesitamos cambiar porque frenan o afectan nuestro desarrollo, éxito y felicidad.
Sin tener presente quienes somos y hacia dónde vamos, no podremos usar las herramientas que nos ayuden a aligerar el peso emocional que cargamos, sentir la libertad esencial, experimentar el amor y conseguir nuestra realización personal. Mientras que no nos tomemos el tiempo necesario para aquietarnos y estar en contacto con nosotros mismos, no sabremos si hemos vivido realmente o si sólo hemos sobrevivido, buscando llenar el vacío que percibimos después de conseguir las metas o sueños de otros.
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