Gastemos en vacunas, salud, educación, pero no en fusiles, tanques y aviones innecesarios ... ¡Que la Venezuela de verdad existe y es la que hizo posible el sistema de orquestas juveniles y llena de emoción el espíritu bajo la batuta de Gustavo Dudamel y la figura señera del maestro Abreu! Que como cientos de muchachos dedicados con seriedad al estudio y dominio de sus instrumentos, hay miles y miles que diariamente le dan todo su empeño al trabajo, a la creación, a echar adelante la familia. Legiones de hombres y mujeres heroicos que luchan contra las adversidades, la falta de trabajo estable, el temor de invasión de la intimidad y de la manera de pensar, que salen a la calle a pesar de la inseguridad.
Muchos que siguen apostando a que el futuro del país será diferente, que no se resuelve en cogollos y en decisiones de una sola persona, que será mejor tanto en cuanto participemos todos, abierta y democráticamente en construir la nación que queremos. Déjennos soñar en una Venezuela donde el esfuerzo sustituirá la trampa, la comisión, la viveza. Donde le daremos justo valor al esfuerzo, al estudio, al avance académico.
Cada día hay que ganárselo y aquí cabemos todos. Que de verdad nos propongamos en hacer nuestra ciudad y nuestro país en sitios más vivibles. ¡Qué absurdo viajar a comprar más y más armas, cuando lo que necesitamos es quitárselas a los que las tienen para zozobra de tantos! ¡Gastemos en vacunas, en salud, en educación, pero no en fusiles, tanques y aviones que no necesitamos!
Quiero un país en el que mis hijos y nietos, y los suyos, puedan soñar sin límites.
Sé que se puede. La abundancia del bien terminará venciendo a la abundancia del mal.
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