Hoy Venezuela se parece más a Siria. Económicamente destruido y socialmente inestable, el país ahora lucha contra un espectro cada vez más alarmante: el hambre. En los barrios bajos de Petare, en el área metropolitana de la capital, Caracas, los refrigeradores permanecen vacíos, las colas de los supermercados se alargan y la necesidad de comprar algo para comer lleva a los jóvenes a la violencia.
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